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Colombia es un país lleno de diversidad, no solo en su flora y fauna, en sus temperaturas y paisajes, sino también en su población; una población formada en el mestizaje, en las pocas costumbres indígenas que han prevalecido a través del tiempo. La tierra con aroma a café, cuenta con más de 48 millones de habitantes y dentro de ellos, una población no muy grande pero bastante significativa en el ámbito cultural y social.
Son más de 70 comunidades indígenas dispersas por todo el territorio colombiano. Ellas poseen varios aspectos diferenciadores, como lo son sus ritos, comidas, bailes, tradiciones, familias lingüísticas. Es precisamente este último aspecto, el que las caracteriza y divide de manera notoria. Con el pasar de los siglos, estos primeros pobladores se han desvanecido, por el conflicto interno armado que ha sufrido nuestro país por más de 50 años; por el crecimiento masivo de una era consumista que cada día pide menos zonas verdes a cambio de una selva de cemento, por la poca atención que en el pasar de los años se les brindó a sus culturas. Es por esto que no solo se ha desvanecido su comunidad y población, sino sus idiomas originales y sus herencias culturales, dejando una mínima parte que aún prevalece.
Esto no solo refleja las comunidades que aún viven, sino que muestra en detalle las estadísticas de vitalidad de cada una de ellas, demostrando cómo, aunque están a punto de extinguirse, los colombianos seguimos sin interesarnos ni saber nada de ellas.